Su aroma es intenso; su sabor, sorprendente.
Su caprichosa silueta recuerda la de tubérculos como la patata pero con una peculiaridad: crece a modo de múltiples globos con formas piramidales y poligonales en su superficie. Rugosa, compacta y oscura en su exterior, la trufa negra presenta un interior negro violáceo, con vetas blancas cuando llega a su madurez en invierno. El período óptimo para la recolección de la trufa negra es de mediados de noviembre a mediados de marzo.
Como no podía ser de otra forma en un entorno privilegiado como este, Trufato apuesta por la trufa negra de Teruel y garantiza el origen español de todas sus trufas.
Trufato, con delicadeza y precisión, selecciona trufas de máxima calidad y calibre uniforme para hacer inmemorables platos y momentos.
La campaña de la Trufa Negra 2017 ha finalizado. Esperamos seguir contando con su confianza la próxima temporada
La trufa negra: un tesoro gastronómico
La dificultad para recolectarla hace que la trufa negra se haya ganado el título de diamante negro del sector agroalimentario. Debido a su forma, a sus propiedades gastronómicas, al lugar en el que crece y a la fortuna de quien las encuentra, también se conoce a este hongo subterráneo como la “patata mágica”.
Con el frío del invierno, perros adiestrados localizan gracias a su fino olfato las trufas negras, que se extraen con la ayuda de un machete trufero.
El sabor y el aroma de la trufa negra confieren un valor añadido a cada plato elevándolo a la categoría gourmet. Así, laminar trufa negra sobre pasta fresca o un risotto, aromatizar un aceite o trufar unos huevos o incluso condimentar postres pueden convertir una sencilla comida en una experiencia totalmente diferente.
Otras Variedades de Trufa
Trufa de Verano (Tuber Aestivum)
De sabor más suave que la trufa negra, la Tuber Aestivum también es muy apreciada por su múltiples posibilidades gastronómicas.
Conservación y cuidado de la trufa
Bajo tierra, lejos de luces y ruidos, las trufas se toman unos meses para madurar junto a las raíces de encinas, robles y otros árboles.
Una vez fuera, es preciso seguir mimando este hongo subterráneo para que mantenga todas sus propiedades.
Trufato proporciona medios de transporte y envases adecuados para que las trufas frescas se conserven según sus necesidades de temperatura y humedad.
Una vez en su destino, las trufas se pueden conservar una semana en la nevera y cerca de diez meses en el congelador.
En la nevera, es aconsejable proteger las trufas de la humedad envolviendo cada una en un papel absorbente que debe cambiarse a diario.
Además, para evitar la pérdida de su aroma, tienen que guardarse en un envase hermético que hay que abrir de vez en cuando para que las trufas “respiren”. Se pueden almacenar junto a otros alimentos como huevos o mantequillas si se desea que estos adquieran olor y sabor a trufa.
Para prolongar el tiempo de conservación en nevera hasta un año se puede optar por conservar las trufas en su jugo. Para ello, basta con introducir las trufas limpias en un bote de cristal, cubrirlas con brandy o un vino blanco seco, tapar y hervir al baño María hasta que haga vacío.